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el blues del exiliado

San Severino

Ayer celebramos el día de San Severino en Balmaseda. San Severino es una festividad principalmente gastronómica. Todo gira en torno a un concurso culinario donde las alubias son las protagonistas. Ese día, todo Balmaseda se ve envuelta por el aroma del cocido en la putxera ferroviaria. Ayer más de 40.000 personas inundaron la Villa para participar y disfrutar de un día de fiesta total. Las cuadrillas se reunen para dar debida cuenta de la putxera. Yo la comí con Zugasti y su familia, amigo y compañero de trabajo, con una mano privilegiada para la cocina. Como suele ocurrir en estos casos, la sobremesa se alargó hasta la cena y la cena hasta la madrugada. Tuve el placer de conocer a Goyo, un hermano Marista que está en Balmaseda visitando a su familia y cargando pilas para regresar a Honduras, pais donde está desarrollando una importante labor con los chicos de la calle y que la casa Horizontes intenta recuperar. Nos habló de la pobreza y corrupción en un pais donde demasiadas veces, como decía el poeta, la vida vale menos que el orín de los perros. Nos habló de La Mara, pandillas juveniles donde los asesinatos se cuentan por tatuajes, de chicos de 14 años acribillados a tiros en plena calle y de madres abandonadas por hombres que se embarcan en un trayecto de muerte para alcanzar los Estados Unidos. Y también nos habló de esperanza, personalizada en dos jóvenes de 16 años que gracias a Horizontes han conseguido ser acogidos por sendas familias de Galicia y León para estudiar en España y escapar de La Mara.
Goyo regresa a Honduras el próximo mes. No lo volveremos a ver hasta dentro de dos años. Allí le aguarda una cita de esperanza y muerte.

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